Trastornos del comportamiento alimentario en la infancia
En su mayoría la totalidad de los trastornos del comportamiento alimentario infantiles entrañan algún retraso del crecimiento. Este hecho y las edades tempranas en que se producen hacen que estos trastornos sean primarios ante el pediatra.
El Trastorno del comportamiento alimentario infantil es sumamente complejo, tiene origen multicausal e implica la interacción de muy diversos fenómenos biológicos, psicológicos y sociales.
Tradicionalmente estos trastornos han sido conceptuados como fruto de la organicidad y de causas psicosociales, estando la malnutrición siempre presente. Estas alteraciones orgánicas detectables pueden ser la causa de la malnutrición (trastorno de absorción) o la consecuencia (inmunosupresión).
Factores
La interacción entre los factores psicosociales y los factores neuroendocrinos es sumamente compleja y susceptible de diferentes hipótesis.
Según la CIE-10, los trastornos de la conducta alimentaria en la infancia presentan diversas manifestaciones que se muestran por lo general en la infancia y en la niñez.
Suelen implicar:
- Rechazo a la alimentación.
- Representar variaciones extremadamente caprichosas de lo que es la conducta alimentaria normal.
- Se llevan a cabo en presencia de la persona (de suficiente competencia) que cuida al niño.
- Puede acompañarse o no de rumiación (es decir, de regurgitación repetida sin náuseas o malestar gastrointestinal).
Los trastornos alimenticios en la primera infancia se pueden clasificar en:
Anorexia:
Además de la anorexia nerviosa infantil, también puede manifestarse este trastorno en una etapa anterior, es decir cuando se es bebé.
Anorexia en el bebé.
- Anorexia del segundo semestre:
se la podría considerar como la forma de presentación más típica y se caracteriza por una conducta de rechazo de los alimentos que le son ofertados.
- Anorexia precoz severa:
en este caso la anorexia aparece en los primeros meses, incluso en las primeras semanas, de vida del bebé y se detecta como un trastorno vinculado con un contexto depresivo, de la madre y/o niño/a.
- Anorexia nerviosa infantil:
se inicia entre los 6 meses y los 3 años de edad. Nada tiene que ver con la anorexia nerviosa, pese a su nombre. Corresponde con la inapetencia, rechazo e intensa selectividad en la alimentación, todo ello con ansiedad y con la consecuente frustración por parte de los padres.
Cólicos del primer trimestre:
Aparecen a partir de las 48-72 horas del alta de la maternidad. Se manifiesta como llanto inconsolable de preferente aparición vespertina o por la noche y que se clama con la succión y el acunamiento.
Vómitos:
Suelen aparecer en relación con la alimentación tras ser obligados/as a la ingesta y en ocasiones tras unas pocas cucharadas, suelen estar precedidos de náuseas y pueden tener repercusiones en el peso, pero no es extraño que su repercusión ponderal sea escasa salvo que se presenten de forma persistente y asociados con un trastornos alimenticio más severo o con trastornos psicopatológicos importantes en el niño/a o en el proceso vincular.
Rumiación:
También denominada “mericismo” o “vomitar psicógeno”. El mericismo o rumiación es un tipo de trastorno que en tiempos aún no lejanos parecía que había disminuido el interés de los clínicos por él, dado que parecía unirse a situaciones de desamparo, abandono e institucionalización que ya estaban en vías de superación.
Consiste en regurgitar el alimento una vez tragado, volverlo a masticar y deglutir parcialmente alimentos previamente ingeridos. Puede producir la muerte, especialmente en casos de retraso mental, por aspiraciones alimentarias.
Hiperfagia.
La hiperfagia significa la ingestión de cantidades excesivas de alimentos. Se manifiesta por un deseo irresistible de comer sin hambre real. La hiperfagia es un trastorno más frecuente que la bulimia.
Coprofagia:
Es la ingesta de los propios excrementos. Por extensión se aplica a la ingesta de tierra, restos alimenticios, basura, etc.
Potomanía:
Es la ingesta compulsiva de agua y/o líquidos sin causa orgánica demostrable y requiriendo la presencia de la figura materna. Se acompaña de polaquiuria (es un signo urinario caracterizado por el aumento del número de micciones durante el día, que suelen ser de escasa cantidad) y, en ocasiones, de disminución de apetito.
Pica:
Se considera normal hasta los 18 meses de vida. Pese a que se postula que podría deberse a una deficiencia nutricional (hierro, zinc) y/o a una falta de supervisión y estimulación, no existe ninguna explicación clara para este trastorno. La pica consiste en la ingestión persistente de sustancias no nutritivas (sobre todo yeso, pintura, desconchones de la pared, tiza, etc.).
Quiebra del desarrollo.
Se trata de un trastorno de la alimentación de inicio antes de los tres años de vida, caracterizado por:
- Desaceleración marcada del aumento de peso, consecuencia de una ingesta inadecuada.
- Enlentecimiento o interrupción del proceso de desarrollo emocional, conductual y social, que depende de un estado de privación emocional y socioeconómica. Adicionalmente puede aparecer un retraso lineal del crecimiento.
Retraso psicosocial del crecimiento.
Es un trastorno raro que suele iniciarse entre los 18 meses y los 4 años de edad. El retraso psicosocial del crecimiento se define por tres características:
- Primero una desaceleración del crecimiento lineal (sin desaceleración del aumento del peso).
- La presencia de trastornos del sueño (insomnio de conciliación y despertares con correteo nocturno).
- Existencia de hábitos alimentarios extravagantes (polifagia, polidipsia que incluye el agua de la taza del WC o de lavar los platos, vómitos, robos y almacenaje de alimentos, ingesta de basuras y comida de animales, etc.).
Retraso nutricional benigno del crecimiento.
En el retraso nutricional benigno del crecimiento existe una desaceleración (de causa desconocida) del aumento de peso esperado para la edad, durante al menos un año, que puede conllevar una desaceleración del crecimiento, y por tanto una relación peso/talla dentro de lo tolerable.
Fobias simples alimentarias.
Los acontecimientos traumáticos pueden suscitar reacciones de ansiedad ante la ingestión alimentaria, incluso inhibiéndola. Pueden aparecer fobias a la deglución, por ejemplo tras un episodio de asfixia al pasar un alimento por latráquea, etc. Las fobias a determinados alimentos se consideran como trastornos de ansiedad que conducen a padecer un tipo de fobia, en este caso relacionada con los alimentos.
Trastornos alimentarios sintomáticos.
El trastorno alimentario se presenta como síntoma de un trastorno. Por ejemplo, alucinaciones y delirios relacionados con la alimentación pueden producir rechazos de toda o parte de la comida en adolescentes esquizofrénicos. La depresión y la manía cursan prácticamente con alteraciones de la ingestión alimentaria y en consecuencia del peso.